5 de septiembre de 2010

Sin título III

Julia se remueve y parpadea con fuerza para aclarar la vista. Entrecierra los ojos porque la luz le quema las retinas. Tiene la boca pastosa y el estomago revuelto, la cabeza le da pinchazos, supone que de ahí que la luz le parezca tan intensa. Se incorpora poco a poco, para tratar de evitar que su cabeza palpite con fuerza. Huele a sal y a pez, aún están en la playa, desde anoche.

Anoche…

Mercè duerme a su lado y le pasa un brazo por la cintura, Vicent esta despatarrado sobre la arena a su otro lado. Las dos botellas de mistela están medio enterradas en la arena blanca.

Anoche. Anoche recuerda que quedaron después de cenar en la cala de siempre, cerca de casa de Mercè pero oculta de miradas indiscretas y maternas. Ella ya estaba en casa de la pelirroja cenando, así que se bajaron juntas y al cuarto de hora recuerda que llegó Vicent sonriente y con una botella en cada mano, interrumpiendo la conversación de las chicas.

- Os he traído un regalito…- canturreó Vicent refiriéndose a las botellas.
- Bien- recuerda que asintió Mercè y señalándola con el dedo informó- Porque Julia lo necesita.
- ¡No necesito beber!- rebatió Julia.
- ¡Oh, claro que necesitas beber!- Se dirigió hacia Vicent y cogiéndole de la camiseta le obligó a agacharse y con un susurro confidente, aunque lo suficientemente alto para que su rubia amiga lo oyese, le dijo- Lleva todo el día hablándome de lo mismo.
- ¡No es verdad!- desmintió. Vicent solo bufó y sonrió un poquito.
- ¿Qué ha pasado?
- Ale, haya vamos de nuevo- se resignó Mercè y Julia le pegó un flojo puñetazo en el hombro. La tarongeta se sobó el hombro y se tumbó en la arena.

Julia le contó lo que había pasado ayer, el como estaba en la playa y había aparecido una gilipollas de la nada y se había puesto a importunarla y a burlarse de ella como si fuera un puto deporte olímpico el meterse con ella, sus canciones y su pueblo. A Mercè le parecía sumamente exagerada la manera tan indignada con la que contaba una y otra vez la misma historia. Parece ser que Vicent también lo encontraba exagerado, pero se guardó de decir nada al respecto.

- Eh, olvídate de esa. Seguro que no la vuelves a ver en tu vida.
- Eso espero- dijo Julia.

Recuerda que después de eso abrieron la primera botella y hablaron, jugaron y bebieron. A la hora había caído la primera botella y ya iban perjudicados, pero continuaron con la siguiente que les duró otras tres horas. Eran las cuatro de la mañana cuando reían a voces sin pensar que alguien podía oírles y Mercè propuso jugar a “yo nunca” pero, como no les quedaba más bebida, tenían que quitarse una prenda. Julia rebatió que ese juego entre ellos era absurdo, eran amigos y lo sabían todo de todos. Vicent aceptó, no podía perder la oportunidad de ver a Mercè sin ropa, era lo único que tendría de ella. A parte de su amistad, claro.
Empezaron a jugar y fueron Julia y Mercè las que se quitaron más prendas. Se hicieron todas las jugarretas posibles entre ellos, incluso las chicas se aliaron como último recurso ante las preguntas de Vicent. Poniendo sobre la mesa todo los momentos ridículos y innombrables del moreno.

- Sois unas malas perras, ¿lo sabéis?- La respuesta de las chicas cuando se quitó los pantalones fue chocar las manos y sonreírse.

Habían ganado. A Vicent solo le quedaba la ropa interior por quitarse, Mercè aún le faltaban los calcetines y a Julia la camiseta. Sin previo aviso Vicent se levantó y embistió contra ellas cogiendo a Mercè, la más pequeña y ligera por la cintura, cargándosela al hombro y corrió hacia las olas donde la tiró.

- Ni se te ocurra- le avisó amenazante aún sentada Julia cuando volvió.

Aunque su mirada intimidaba un poco, Vicent, mojado de cintura para abajo, no se achantó y la arrastró de los pies hacia al orilla. Julia intentaba zafarse de sus garras, pero no dejaba de reír. La primera ola la sorprendió y se atragantó. Vicent la soltó y de repente una cosa pequeña y pelirroja le asaltó por la espalda tirándolo casi encima de Julia.
Fue al rato, cuando ya estaban mojados y salados de arriba abajo, cuando habían estado borrachos saltando olas, fue entonces cuando Vicent empezó a cantar a grito pelado:

Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino,
Tengo alma de marinero...

- Eso de “cantor” lo dudó…- le susurró con Mercè a Julia, riéndose las dos después como tontas. Cantaron con él:
¿Qué le voy a hacer si yo…
Nací en el Mediterráneo?
¡Nací en el Mediterráneo!

Sonríe después de recordar la noche. Tiene ganas de reír pero no quiere despertarlos, aunque sería hora.
Está será la última fiesta junto al Mediterráneo antes de empezar la universidad. Y la recordará toda la vida.

1 comentario:

Esther Moreno Morillas dijo...

Precioso para cerrar el verano y comenzar las clases de nuevo.
Este trio es muy interesante ^^ se nota que son buenos amigos. Son los buenos momentos que recuerdas, y como Julia, quieres sonreir o reir.

Me gusto mucho. Me alegra mucho que vuelvas a escribir a menudo, yo pronto subiré algo también.
Gracias por pasarte por mi blog, tus comentarios siempre me alegan mucho ^^

Cuidate y a comenzar bien el curso! un beso :)