13 de abril de 2009

Roll up... an' run bitch!

Está lloviendo. A fuera. En la calle. Las gotas golpean furiosas el cristal de la ventana casi opaca de uno de los tantos baretos de mala muerte de la ciudad, Solo apto para rockeros y canallas sin escrúpulos ni miedo. Puede que para las dos cosas juntas. Cuando la puerta se abre violentamente y salen corriendo tres personas jóvenes y detrás de ellos varias con navajas en las manos y melenas encrespadas que corren tras ellos.

Siente que el corazón debe estar muy cerca del cerebro, le duelen los pulmones del esfuerzo, todos los miembros está entumecidos del esfuerzo y está, total y absolutamente mojada, empapada, de arriba abajo y en todas direcciones. Cree que cuando paren va a vomitar hasta lo que comió la semana pasada. Pero ¡joder le encanta! El subidón de adrenalina es…acojonante.
Se esconde en uno de los portales de las fincas de mala muerte, ve pasar de largo a John, que se la trae muy, pero que muy floja. Cosa que no pasa al revés, más bien ella se la pone dura a John. Pero no es el caso.

Aquellos tipos les alcanzan, la visión es dificultosa a causa de la fuerte lluvia. Nota que en cualquier momento sus músculos van a decir basta y se va a desplomar en la fría, mojada y sucia acera para después recibir la paliza de su vida. ¡La madre que los parió a los dos!
Cuando presiente que está en su límite unas manos le atraen y se choca contra una figura que le tapa con la mano la boca y le insta entre dientes a que cierre
-…la puta boca.
No puede ver bien, las gotas entre las pestañas le emborronan la vista, pero reconocería esa voz entre miles de personas.
- ¿Ya se han ido?
- Eso creo…- supone ella.
- ¡Joder Kohlheim! ¡Joder!- se separa y se apoya en el otro lado para intentar llenar sus pulmones.
“Después de esta puta carrera lo necesito”. Pero cuando se limpia los ojos con el dorso de la mano y mira directamente a Dagna se da cuenta que es imposible normalizar la respiración teniendo esa vista frente a él.
Mojada de arriba abajo, la camisa negra se le pega al pecho que se mueve bruscamente a causa de la acelerada respiración, el pelo se le pega a la cara y se ha quitado la chaqueta de cuero que ha intentado guardar en la carrera bajo la camisa.
No oye nada, enserio que no lo hace, no está borracho ni colocado, pero no oye nada. Debe ser el agua que le ha taponado los oídos o la visión de Dagna con la ropa pegada al cuerpo resaltando cada curva, cada puta curva de su increíble cuerpo. Ni siquiera se da cuenta realmente de que ella está haciendo gestos bastante violentos y que frunce el ceño. No al menos hasta que…
- ¡Reacciona, joder!- … le da tal ostia que tiene que volver al mundo por sus cojones. No sea que a Dagna se le ocurra dirigir la mano hacia su más preciada parte.- ¿Puedes dejar de babear y de mirarme las tetas durante unos segundos?
- Sinceramente, no lo sé.
- Sólo inténtalo, ¿vale?- le dice con un tono muy irónico, haciendo esa mueca irónica suya.
- ¿Dónde cojones está John?- Stuart se da cuenta de que realmente no hay rastro de su amigo.
- ¿Realmente crees que me importa una mierda Stuart?
- Es mi amigo, ¿sabes?
- Sí, ya.
Se hace el silencio entre ellos. Dagna bufa y se pone la chaqueta de cuero y cruza los brazos, acentuando más los pechos. Pero, por supuesto, sin darse cuenta. Aunque Stuart si lo hace.
- Supongo que habrá ido a…
- Sí, supongo.- silencio- Será mejor que vayamos a por él…
Dagna se pone la chaqueta encima de la cabeza y le suelta:
- No.- Con toda su cara dura y sinvergüenza. Sabe que es su amigo, pero, para desgracia de Stu, sabe que ella es la primera en todo lo que concierne a su jodida, y tan jodida vida.- Vayámonos al ático, después de esto necesito maría.
A Dagna le brilla la mirada y eso es peligroso. Sin más echa a correr por donde han venido y Stuart le sigue de cerca. Siempre de cerca. Cuando mas cerca mucho mejor. Si puede ser tan cerca como aquella vez que acabaron follando escuchando su canción.
Pero cuando están los dos de maría hasta las cejas berreando alguna canción del disco de los Rolling Stones que le han birlado a aquellos tíos corpulentos y melenudos que les perseguían, después de que ella se lo sacara de los vaqueros. Stu no se acuerda de John porque Dagna se ríe como una loca sobre sus piernas, porque sus pechos se mueven al compás, porque no lleva sujetador, porque es todo humo a su alrededor, porque es todo tan jodidamente perfecto, que no puede ser de otra forma.
Él, Dagna, las drogas, las risas, la lluvia y el disco de vinilo dando vueltas,
y vueltas, y vueltas, y vueltas, y vueltas, y vueltas y vueltas…
Hasta que todo da
vueltas con él.