15 de julio de 2009

Good Times Better

- ¡No toques el maldito tocadiscos!- le advierte tumbada desde la cama- Esta canción es cojonuda.

- Ya sabes que no…

- ¿Desde cuando?- los ojos azules de Dagna se clavan en el como dos dagas afiladas- ¿Desde que te enteraste de lo del pardillo ese?

- No empieces… Si quieres que deje la puta canción la dejaré- Stu se sienta en el suelo y se apoya algo bruscamente contra la estantería que se balancea haciendo caer un sujetador a su regazo. Lo coge y se lo lanza a la propietaria que tararea con un cigarrillo en los labios “Stairway to Heaven”. Cuando le golpea en plena cara tirándole la ceniza a la mejilla se levanta enfadada y le lanza con rabia el cigarrillo a él.

- ¿¡Qué coño haces!?

- ¡No! ¿¡Qué coño haces tú!?- se arrodilla en la cama deshecha y le increpa con las mejillas sonrojadas por el cabreo naciente- ¡Me has quemado la puta mejilla!

- Ya será menos- le resta importancia desviando la mirada hacia la ventana.

Así es como no ve que se le viene el maremoto encima. Dagna con las mandíbulas apretadas de pie frente a él y le pega una patada en la espinilla. Este con un rictus de dolor la mira gélidamente.

- Gilipollas.

Sale de la habitación pegando un portazo. Stuart intenta calmarse y coge el cigarrillo abandonado en el suelo. Fuma y su enfado se desvanece con el humo que sale de su boca. No puede, de verdad, que no puede dejar de tener esos arranques “de mama gallina”- como suele burlarse John- cuando se trata de Dagna y sus ligues, de sus polvos con desconocidos en bares de mala muerte. Sabe que es majorcita y puede cuidarse muy bien sola. Más de una vez se lo ha demostrado, pero no puede, y de verdad que lo intenta, pero es imposible no preocuparse por una persona que significa tanto en tu vida.

No, no es amor, por mucho que le repita John. Al menos no ese tipo de amor (romántico dirían algunos). Sino más bien amor de ¿hermanos? Sí, algo así.

“Con el matiz de que a veces folláis Stuart, y eso, en mi pueblo, se llama incesto”

¡Solo pasó una vez! Y ni siquiera han hablado de ello. No tuvo importancia.

“Un calentón, nada más” “¿Nada más?”…¡Sí!”

Entonces la puerta se abrió, de golpe, como si se abriera por la fuerza de un huracán y por ella entra la protagonista de sus pensamientos solo que con una toalla enrollada al cuerpo y el flequillo goteándole por la cara y el cuello.

¿Cuánto tiempo ha estado sumido en sus pensamientos? No lo sabe, la ceniza del cigarro sigue ligado a su cadáver, la colilla, y él lo sigue sosteniendo entre los dedos.

Entonces Dagna observa como mira el cigarrillo y le parece tan cómico que suelta una carcajada, explosiva, y le tiende el cenicero.

- ¿Qué Steewie? ¿Perdido entre tus lentos y densos pensamientos?- le pregunta con burla en el tono. Nota que el enfado ha debido irse con el agua que gotea por su cuerpo, ese cuerpo. Al igual que el suyo se ha esfumado con el humo del cigarrillo.

- Más bien...

- Pensar tanto no debe ser bueno para tu libido.

- ¿Cómo llegas a esa conclusión?-Stu alza una ceja y Dagna se sienta en la cama, se enciende un cigarro y mientras expulsa el humo le suelta:

- Porque piensas mucho y follas poco…

Stu frunce el ceño y Dagna sonríe de medio lado, muy felina, muy ella. Suena “Black Dog” y en ese momento sabe que, de alguna forma, Led Zeppelin se ha inspirado en la perra negra que tiene delante. Esa que se fuma un cigarro mientras le caen gotas por el cuello y se pierden en la toalla desgastada, estirada en la cama deshecha de sábanas más que sudadas por muchos, muchos, hombres…

Pero no podría estar tan en desacuerdo con el final:


“Need a woman gonna hold my hand
tell me no lies, make me a happy man”


Stuart no quiere, no desea,

A otra tía en su vida.